Viceministerio de Previsión Social sobre la FILVEN: Clase Obrera podrá alimentar su espíritu con la lectura

Prensa MPPPST.- En el marco de la XII Feria Internacional del Libro que se realiza en el Teatro Teresa Carreño y sus adyacencias, el Viceministro de Previsión Social, Néstor Ovalles participó en el conversatorio “Avances de las Empresas Recuperadas por el Pueblo y el Significado de la FILVEN para la Clase Obrera”, en donde resaltó la importancia de esta feria para los trabajadores y trabajadoras que podrán alimentar el espíritu a través de la lectura.

Señaló que esta Feria forma parte de lo que es esa tarea pendiente que se tiene con la clase trabajadora del país; y resaltó también el hecho de que el Gobierno revolucionario con el paso de los años ha recuperado varias empresas que han sido abandonadas por sus patronos y que han dejado en muchas oportunidades a los trabajadores en la calle. Entre ellas destacó la empresa Café Fama de América, Cantv, Sidor, Venvidrios, Cacique Maracay, Invepal, entre otras.

Pero toda esta historia de las empresas recuperadas puestas al servicio de los trabajadores y trabajadoras, viene desde principio de la revolución, y es por ello que el Viceministro de Previsión Social, resaltó tres momentos importantes en la historia del Ministerio del poder Popular para el Proceso Social de Trabajo.

Destacó que el primer momento en esta Historia fue cuando nació una Oficina Nacional del Trabajo en el año 1936 por Decreto Ejecutivo del general Eleazar López Contreras, quien para la época era el Presidente de la República. Esta Oficina Nacional del Trabajo (ONT), se hizo depender de la Dirección de Justicia, Beneficencia y Cultos del Ministerio de Relaciones Interiores.

El segundo momento según el profesor Ovalles fue la creación del Ministerio del Trabajo de la Cuarta República, es el momento en que en 1937 la Oficina Nacional del Trabajo y las Inspectorías se adscribieron al Ministerio de Comunicaciones y pasa entonces éste a denominarse Ministerio del Trabajo y Comunicaciones.

Y el tercer momento se da cuando en revolución nace el Ministerio del Poder Popular para el Proceso Social de Trabajo y cuando el Comandante Eterno promulga la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras en el año 2012, quien sabía de la importancia de esta ley para el pueblo venezolano y por ello en medio de su enfermedad procedió a firmarla.

La protección del trabajo como proceso histórico social

Finalmente, conversó sobre un artículo que escribió para la revista Proceso Social de Trabajo del MPPPST denominado “La protección del trabajo como proceso histórico social” y al que invitó al público a leerlo y analizarlo para abrir un debate. A continuación el artículo completo:

Una mirada al mundo del trabajo en la actual coyuntura pasa por reconocer los efectos que la oscura noche neoliberal tuvo sobre las relaciones laborales a escala planetaria tras la caída del muro de Berlín y el cese de la Guerra Fría. La llamada globalización del trabajo se hizo acompañar de una traumática deslocalización o desterritorialización de millones de trabajadores que los condenó a la más terrible precarización y flexibilización bajo un contexto de comercio y finanzas universalizadas. Una visión hegemónica de justicia mercantil se ha pretendido imponer al supremo valor de la justicia social, al cual intentan despachar con una sentencia que pone fin a la economía real y abre paso a la economía de burbuja financiera con su correlato de la maximización de la ganancia, el exorbitante rendimiento del capital, la manipulación bursátil de las materias primas,  la sobreexplotación de la fuerza de trabajo y la expoliación de las riquezas naturales de los pueblos.

Esta nueva cosmovisión del trabajo no se detuvo a pensar en el fuerte componente humano que el trabajo contiene e intentó vaciarlo de su carga histórica y subjetividad política. La clase trabajadora como movimiento, al margen del proceso de mercantilización compulsiva de su mano de obra, es constructora de una significativa historia, cultura política y tradición de lucha que la humaniza y civiliza grandemente, condición que obliga a la protección del acervo de los derechos conquistados en el curso de la fragua por construir su hegemonía como clase obrera. En consecuencia se compromete jurídica y políticamente a los Estados con la consolidación efectiva de las garantías de acceso, exigencia, justicia a los derechos laborales y con la materialización de su eficacia social como única forma de otorgar legitimidad al  marco normativo  del trabajo.

La pregonada economía de mercado globalizado, ha procurado legitimar el ocaso de los derechos vinculados al trabajo y propugna un retroceso en los derechos conquistados hasta el momento por la clase obrera, proponiendo un truculento intercambio con el otorgamiento de los llamados pisos de protección tantas veces elogiados por la nunca bien ponderada OIT. Se trata pues, de una globalización que pretende poner fin al meta relato laboral de tradición internacionalista, deteniendo la larga e histórica marcha del movimiento obrero a escala mundial por la máxima felicidad social. En su versión neoliberal lo más importante para ellos, es cómo se valoriza la fuerza de trabajo mediante la cualificación que exigen los intereses del capital, en fin se propone un trabajo vaciado de historicidad, cosificado y profesionalizado que incorpore mayor valor al proceso productivo, de tal modo que el neoliberalismo ha generado una profunda crisis del sistema internacional de relaciones laborales construido en la post guerra como cordón sanitario frente al llamado socialismo real.

Tal política es contraria a la protección de un empleo estable, portador de derechos y generador de pasivos laborales que se conviertan en ahorros a futuro del trabajador y la trabajadora.  Esto sin duda viene a justificar plenamente el fortalecimiento de la Justicia Laboral en Sede Administrativa como instancia que garantiza la accesibilidad y exigibilidad en la protección de sus derechos a la clase obrera y representa una clara respuesta a la corriente neoliberal que impulsa la descentralización negocial que identifica a las empresas como espacios de mediación y transacción de los derechos laborales, una instancia de oferta y demanda contractual de las condiciones de trabajo, esto en plena conexión con los eufemísticos “derechos laborales en las empresas” que se discuten actualmente en la ONU.

Sin duda, estamos en presencia de una cuidadosa elaboración política que asegura como irreversible la paulatina pérdida de derechos laborales a nivel internacional y opta por un necesario reordenamiento en el mundo del trabajo como premisa fundamental del neoliberalismo en su guerra a favor del capital y contra el trabajo. Es este un plan que apuesta por la expulsión de millones de trabajadores del ámbito normativo protectivo, sometiéndolos a la lógica del mercado o reduciéndolos al reclamo legalista de derechos ya conquistados al calor de la lucha política, lucha de clases frente a quienes se oponen férreamente a todo aquello que les signifique costos en tanto que salario, estabilidad, jornada laboral, seguridad social, libertad de organización, entre otras.

Es acá donde nos preocupan las respuestas que se otorgan a problemas claramente precisados y para los cuales difícilmente podamos encontrar consensos entre el capital y el trabajo, por más que algunos se ubiquen abierta o solapadamente al margen de los valores que inspiran a nuestra Revolución Bolivariana, planteando soluciones que apuntan a coincidir con la peregrina e incierta afirmación acerca del supuesto agotamiento que experimenta el derecho del trabajo como doctrina protectiva y van más allá atreviéndose a señalar que su utilidad es ambivalente pues, puede estar indistintamente al servicio del capital y el trabajo.

Hoy las empresas están mucho más interesadas en las funciones de esta visión del derecho laboral que borra la asimetría entre el capital y el trabajo,  planteándolos en igualdad de condiciones políticas y jurídicas, haciendo abstracción de las tensiones de clases  e inclinándose por una correcta aplicación de la legislación laboral que obvia la histórica confrontación entre patronos y trabajadores. Para nosotros es absoluta la certeza que no están en igualdad de condiciones, no tienen la misma responsabilidad ante las consecuencias materiales y espirituales del proceso productivo y no tienen los mismos derechos. Por tanto si de justicia social en el mundo laboral hablamos, el débil jurídico sigue siendo el trabajador, lo cual reafirma el papel ético-político que debe seguir cumpliendo el Estado Bolivariano en su consecuente protección de los derechos fundamentales de la clase trabajadora, interpretando adecuadamente la etapa actual de construcción del socialismo y en plena sintonía con la inspiración moral bolivariana y chavista.

Finalmente, lo que se pretende es una capitulación ingenua y pasiva de la clase obrera, entregando sus derechos sólo por demanda y exigencia de la patronal global y nacional quien clama por una transformación y modernización del mundo laboral con un solo ganador, el capital. Impúdica y grosera propuesta para que nos suicidemos en primavera como clase obrera. Habrase visto tal descaro.

Por Elio García

Fotografía: Reinaldo Tamaris

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