¿Tiene el chocolate otro lado oscuro?

Marbelys Mavárez Laguna

(Caracas, 06 de abril de 2018).- El periodista danés Miki Mistrati nos muestra una realidad nada halagadora en torno al chocolate. Insospechada para quienes  lo degustan: niños que han sido esclavizados y despojados de sus más elementales derechos trabajan largas jornadas, en condiciones precarias y con herramientas que más se parecen a las usadas en el  siglo XV que las utilizadas en la actualidad. Todo esto ocurre a pesar de que “la Organización de las Naciones Unidas (ONU), hace más de treinta años, prohibió el trabajo infantil”, tal como lo aseguró Miguel Ovalles, Director General del Despacho del Ministerio del Poder Popular para el Proceso Social de Trabajo (MPPPST), en el Cine-foro El Mundo del Trabajo, en el cual se proyectó el documental El lado oscuro del chocolate.

¡Qué moral!  

Pero hay más. En instancias como “en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) no existen denuncias sobre estos países miembros (Burkina Faso, Mali), dijo Ovalles al tiempo que agregaba que “Venezuela viene siendo denunciada por acoso sindical, falta de acuerdos para establecer el salario mínimo…”, razón por la cual se pregunta “¿por qué no hay denuncias sobre este asunto a pesar de la existencia de pruebas?”

Lo cierto es que para los niños de Burkina Faso, Ghana, Mali, Costa de Marfil, la realidad que viven en los campamentos o plantaciones es, por decir lo menos, antihumana, en tanto le arrebata a los niños vivir las naturales y necesarias  experiencias de la educación, de tener una familia, de socializar con otros niños.. Las transnacionales que hacen vida en el vasto mundo del chocolate son responsables de la esclavización de los infantes y del tráfico de niños para abaratar costos. De esta realidad tienen conocimiento los Estados, los Gobiernos, los organismos internacionales. Lo peor es que dicha realidad parece continuar bajo la mirada complaciente de todos ellos.

A pesar de las promesas de siempre hechas por las transnacionales: levantar escuelas, ofrecer opciones de empleo,  dar acceso a agua potable…, todo queda si materialización alguna. Por eso Pedro Dumont, del Centro de Encuentro para la Educación y el Trabajo (Caracas- Este), del Inces Los Ruices, señala que existen empresas que evaden sus responsabilidades y de esa forma ponen a los niños a trabajar a destajo con las consecuencias ya conocidas para nosotros.

El documental registra que niños de entre 10 y 16 años trabajan hasta 100 horas a la semana. No se les paga. Apenas se les alimenta. Y si intentan escapar son azotados para que en lo sucesivo ni siquiera piensen en la posibilidad de volver a intentar huir de la plantación.

Esta realidad develada por Mistrati en pleno siglo XXI nos llama a la reflexión. No solo porque los niños son esclavizados, sino porque pone al descubierto la trata de niños versus la indolencia de las empresas transnacionales como Nestlé, Mars, entre otras, sin que se lleven a cabo  sanciones de ninguna naturaleza, tal como lo señaló Francisco Quevedo, trabajador del Inces.

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