Conozca la Historia del 1ero de mayo

Marbelys Mavárez Laguna

(Caracas, 30 de abril de 2018) La historia del 1ero de mayo tiene mucha tela que cortar. No obstante, si hay algo cierto es que el 1ero de mayo es una manifestación de la clase obrera en contra del capitalismo y de la explotación que le es inherente. Es lo primero que se debe decir. Pero hay más. El 1ero de mayo fue una sublevación de los trabajadores por lograr reivindicaciones laborales. Eso es cierto. Pero la lucha trascendió este hecho, pues la clase obrera del siglo XVIII se pronunció a favor de la libertad, de la no opresión y de un modelo que considerara a hombres y mujeres como sujetos sociales.

La explotación del hombre

Pues bien, el 1ero de mayo de 1886 la Unión Central Obrera de Chicago, adherida a la Asociación internacional de los Trabajadores (AIT) de tendencia anarquista, declaró la huelga que paralizó cerca de 12 mil fábricas en los EEUU. Este dato es revelador. Imaginemos 12 mil fábricas en 1886. Probablemente gran parte del país paralizado. ¿Por qué esta manifestación? La respuesta es sencilla: los trabajadores y trabajadoras luchaban por la reducción de la jornada laboral a 8 horas y por dignas condiciones de trabajo. Pero especialmente luchaban por ser libres, pues el modelo los había vuelto esclavos.  Es la única opción que ofrece el capitalismo.

De acuerdo con el historiador Federico Villalba Frontano, el meollo en este modelo se encuentra en el tiempo de trabajo que nos sustraen y no es pagado. Es la llamada plusvalía o plusvalor, del cual se apropia el dueño de los medios de producción o capitalista.

Otro dato no menos importante: en Detroit 11 mil trabajadores marcharon en un desfile de ocho horas. Nueva York se levantó con una marcha de 25 mil obreros con antorchas en manos. En Chicago, la huelga paró casi completamente la ciudad.

Los días siguientes se realizaron concentraciones por los 2 mil 100 obreros despedidos de la fábrica Mc Cormicks. Fueron despedidos e inmediatamente sustituidos por otros 2 mil 100. Una forma que usa el sistema capitalista de producción para demostrar su poder.

No obstante, la clase obrera estaba decidida en “tomar el cielo por asalto”, en virtud de que se trató de una verdadera Revolución de la clase obrera. Y mientras August Spies (uno de los mártires) daba su discurso, un centenar de obreros se acercó hasta  la fábrica Mc Cormicks para hacer un llamado a la  solidaridad con el resto de los compañeros. La policía arremetió contra la multitud, dejando seis muertos y muchos heridos más.

Mártires de siempre

Spies y sus compañeros llamaron a una manifestación para el día siguiente en la plaza Haymarket. Miles de personas se concentraron allí. Los anarquistas toman la palabra, transcurriendo así la noche. Fielden terminaba su discurso cuando la policía ordena disolver el mitin. Se produjo un estruendo: cayeron al suelo más de sesenta policías heridos y un muerto. La represión se desata sobre toda la ciudad. Son detenidos ocho anarquistas. August Spies, Michael Schwab, Adolph Fischer, George Engel, Louis Lingg, Albert Parsons, Samuel Fielden y Oscar Neebe fueron sometidos a juicio.

La pregunta que sobreviene es ¿por qué los trabajadores decidieron parar un país y con ello crear un precedente, o más aún: lograr la libertad definitiva? La respuesta es sencilla: el capitalismo había generado una gran riqueza a costa de los trabajadores. Les había arrebatado el tiempo, su energía, pero no la conciencia. Así, se debe señalar que en Inglaterra había jornadas laborales de 16 horas. En este mismo país un obrero ganaba 600 libras esterlinas; un profesional ganaba 1000, mientras los grandes señores ganaban 50 mil. Como puede observarse, una gran brecha en la estructura de clases.  El salario de un trabajador siempre ha sido el suficiente para la reproducción de su fuerza de trabajo. “No se puede ganar más de la subsistencia”, tal como lo deja claro Villalba Frontano.

La ejecución narrada  por José Martí

(…) «salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro… Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: «la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable…». De esta forma fue narrada la  ejecución  por José Martí, corresponsal en Chicago del diario La Nación. Por cierto, la culpabilidad de los condenados nunca fue probada.

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