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El rol de la mujer trabajadora en el desafío de arribar a un modelo productivo

Antes de comenzar a profundizar sobre el quehacer, roles y funciones de la mujer en un contexto  tan sui géneris como el venezolano, es necesario hacer un paneo sobre las acciones, papel y funciones asumidos, históricamente, por quienes pertenecen al sexo masculino.

Quizás está de más decir que el hombre en el decurso de la historia había adoptado un papel principal en los distintos ámbitos o espacios de poder y de decisiones. Había asumido el “papel principal” de proveedor, asunto este que se asumía como un hecho natural.

Sin embargo, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela ha legitimado nuevas relaciones de poder, sobre la base del principio de  igualdad. Ha otorgado derechos en igualdad de condiciones y de oportunidades, tanto a hombres como a las mujeres. Ha ofrecido nuevos mecanismos para la organización y participación social y política.

Este escenario está soportado en la promulgación de la igualdad de géneros auspiciado por el Gobierno Bolivariano venezolano. El primer signo positivo que legitimó los espacios de participación de la mujer fue el derecho al voto. Es importante recordar como asunto emblemático que en el año 1907 las mujeres solamente tenían  derecho a votar en Finlandia y Noruega.

Pasaron tres años cuando se realizó la segunda Conferencia en Copenhague  en la cual se estableció  el Día Internacional de la Mujer, que actualmente se celebra el 8 de marzo.

Hay otro dato que no podemos inadvertir. En Venezuela, según datos manejados por el Instituto Nacional de la Mujer (INAMUJER),  las mujeres se incorporaron tarde a las escuelas. Las primeras universitarias se graduaron hace más de 60 años. Fue apenas a finales del siglo pasado  que se logró que el patrimonio familiar fuera mitad y mitad. Los mecanismos de participación en la actualidad son tan importantes que de los cinco poderes públicos tres son dirigidos por mujeres: poder electoral (Consejo Nacional Electoral), judicial (Tribunal Supremo de Justicia) y el poder ciudadano (Ministerio Público).

De manera tal que la legitimación y consagración de los derechos de la mujer han sido contundentes: No solo por la participación en los asuntos públicos, sino en la toma de decisiones, lo cual incluye nuestra acción en la vida política, en su más amplia acepción.

Mayor equidad, más pluralidad

No hay duda que actualmente, en el marco del nuevo Estado Social, de Justicia y de Derecho, es pertinente el contexto para que tanto las ciudadanas como los ciudadanos, así como las comunidades, participen de manera activa y protagónica en los asuntos del Estado. Es lo que da cuenta del poder popular empoderado, máximo ideal en un proceso de   reales transformaciones.

En este proceso la mujer ha tenido un papel fundamental. Primero, porque de forma creciente y activa participamos en la gestión pública. Y esto no es fortuito ni capricho. Ahora en el país la mujer debe asumir un rol protagónico y activo en la toma de decisiones, tal como está ocurriendo.

Lo anterior significa que el contexto según el cual las pautas, reglas y condiciones a seguir, generalmente definidas por hombres,  está cambiando.  El modelo “exclusivo” masculino de gobernar, de hacer política, de liderar… está transformándose.

Ahora, en pleno siglo XXI, existe una corresponsabilidad en los asuntos públicos, en la vida cotidiana, en la cuestión privada. No es posible imaginar un modelo de sociedad sin la necesaria presencia de la mujer. ¿Por qué?

Debemos apuntar que en el modelo al cual asistimos hoy los niveles de liderazgo, de organización y participación los llevan, en sus manos, también las mujeres. El liderazgo de una mujer radica precisamente en la capacidad de llegar a consensos, articular esfuerzos, trabajar en equipo y organizar. Allí están concentradas sus fortalezas y  oportunidades.

Para muestra…

En estos días la mujer está dispuesta a asumir procesos de trabajo colectivo  en pro de sus propias comunidades. La mujer está, cada vez más, dispuesta a “exponerse”, a demostrar sus potencialidades, a exhibir sus capacidades.

Ya no solo reposa en los hombres la preservación de la historia, del patrimonio cultural, de la identidad; la expresión de manifestaciones culturales y de la cotidianidad. Estos también son asuntos de mujeres.

Hoy las mujeres muestran una intensa pasión por prepararse y por tener injerencia en espacios –ya lo hemos dicho- antes negados. No está de más decir que la igualdad ha llegado incluso a los espacios militares. Las mujeres llegan a grados de General, Capitán, Almirante… Y comandan.

La mujer en cargos de responsabilidad

Muchas son las conquistas alcanzadas por las féminas. Es imperativo que  para la nueva democracia y para el buen gobierno las mujeres intervengan en condiciones de equidad, más cuando nos encontramos en un nuevo proyecto de país en el cual todos y todas tenemos el legítimo derecho a participar.

Actualmente un alto porcentaje de mujeres acude a cargos de alta responsabilidad. Pero algunas siguen sometiéndose a los lineamientos tradicionales. Permiten que sean ellos quienes fijen  las reglas y normas, dejando a un lado lo que ellas puedan pensar o decidir.  Otras, la mayoría,  hacen caso a sus conciencias en el marco de este proceso transformador. Obedecen, en consecuencia, a la conciencia revolucionaria.

Es necesario seguir esa conciencia, así como continuar desentrañando qué debe hacer la mujer para tener influencia en la toma de decisiones. La pelea por imprimirle la real fuerza y valor legítimo a los espacios de la mujer es  fuerte, pues aún vemos cómo un error de una mujer es magnificado; en ocasiones debe ejecutar el doble o triple esfuerzo para demostrar los resultados de su trabajo. Como corolario, se asume que la mujer no reúne el perfil necesario, las competencias requeridas o las condiciones para hacerlo bien. El argumento: ¡es mujer¡

Las evidencias en Venezuela hablan por sí solas. Mujeres en la Asamblea Nacional, Mujeres en los poderes públicos. Mujeres gobernando  y mujeres en revolución, como lo hizo en 1821 Josefa Camejo, al liberar a Coro de las fuerzas realistas. Pero debemos agregar que las mujeres se están volcando a sembrar, a labrar la tierra, a producir ropa, incluso a producir calzado…

Dos siglos después, ¿falta por hacer? La respuesta es obvia, pero las condiciones actuales y las convicciones y esquemas de las mujeres son otras.

Las mujeres también, al igual que el hombre, se clasifican en mujeres reaccionarias… y mujeres revolucionarias. José Carlos Mariátegui

Por: Marbelys Mavárez