La marcha del día de hoy nos deja varias lecturas. La primera: el pueblo se niega, de forma decisiva, a volver al pasado que lo castró. Segundo: existe un renacimiento del sentimiento patriota que asume como guía inspiradora la acción que Chávez dio aquel 4 de Febrero de 1992. Inspiradora por varias razones, pero la más importante, sin duda alguna, porque se trató de una acción en la que el Comandante dio al traste con el status quo, con la corrupción imperante en aquellos días, con las políticas asfixiantes de los organismos financieros internacionales (FMI, BM, BID), con las medidas económicas que ponían como centro las variables macroeconómicas muy por encima del pueblo. Inspiradora porque Hugo Chávez demostró un liderazgo –nada convencional, por cierto- que echó las bases para las transformaciones que estamos viviendo en estos días.
Chávez se opuso a una oligarquía que “gobernó”, cuando realmente entregó al país con la aprobación de instrumentos legales que cedían nuestros recursos energéticos a las grandes potencias: las mismas que se hacían llamar “países-centro”, “potencias”, “países industrializados”, por la vía de las empresas transnacionales. Fue el inicio de una llamarada que recorrió las conciencias de los pueblos decididos a fomentar otro paradigma de sociedad. Por ello la marcha de hoy nos dice que la Rebelión del pueblo está más viva que nunca.
Vale recordar que el Comandante Chávez, basado en las tres raíces, Bolívar, Zamora y Rodríguez, inició un proceso de refundación de la República. Tal proceso se ha materializado en la militancia revolucionaria, que vuelve a rebelarse contra un sistema que sencillamente desconoce a los seres humanos. Allí estaban los estudiantes de la UBV, de la Misión Sucre, los viejitos pensionados, personas discapacitadas, mujeres, los trabajadores y trabajadoras, a quienes la Revolución les ha reconocido su condición humana y por lo tanto, los ha asumido como sujetos de derechos. Los ha incorporado como sujetos activos en este complejo entramado social.
La marcha del 4 de Febrero, día de Rebelión y de Dignidad, no pudo sino poner a tambalear a la prepotente derecha del país. Fue una lección de unidad, de verdadera unidad y organización, en el marco de una lucha que no puede dar lugar sino a la victoria definitiva de la Revolución.
Esta marcha nos dijo, tal como lo expresó el Presidente Maduro, que no hay vuelta atrás, que el pueblo conoce bien la agenda que tiene en manos la derecha y la oligarquía nacional con sus aliados internacionales, y que pese a las dificultades y a las guerras de todo signo, existe un pueblo dispuesto a poner freno a quienes buscan borrar las conquistas que solo han sido posible en Revolución.
Foto: Félix Ordaz
Redacción: Marbelys Mavárez Laguna