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Chávez: el comunicador, el periodista

Es difícil olvidar aquellos 68 segundos que duró la intervención del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, a través de los medios de difusión masivos, con el fin de solicitar a los rebeldes que lo acompañaron el 4 de Febrero de 1992, que depusieran las armas, pues los objetivos trazados por el Movimiento Bolivariano 200 eran imposibles de lograr. Chávez se expuso como un verdadero comunicador. Fue preciso, conciso, pero tajante, vehemente, seguro… Lo más importante: por primera vez en mucho tiempo, en el país alguien se hacía responsable de sus actos. Esto causó un efecto de aceptación inmediata, de esperanza, generó grandes expectativas y mucho optimismo en la llamada opinión pública, pues no hay duda de que su discurso contó con una particular estructuración. Pero además, tal discurso fue producto de una necesidad histórica, se volcó hacia el pueblo… Y el pueblo se volcó hacia Chávez, hombre en quien las masas depositaron su confianza.

Por lo tanto, no tiene nada de extraño, ajeno, lejano, inverosímil, que Hugo Chávez Frías haya recibido el calificativo de comunicador. Ni de periodista. Sin estudiar ese complejo proceso, hizo de la comunicación un ejercicio cotidiano en la cual las dimensiones históricas, las emociones, las representaciones, lo simbólico, la narrativa, la diversidad, la interculturalidad, lo singular, lo local, tomaron cuerpo y valor. Todos estos aspectos distaban mucho de ser susceptibles de medición alguna o de ser relevantes, razón por la cual fueron desestimados por la “ciencia”: la ciencia, en términos generales, desestima lo local, lo simbólico (por no ser representativo en el primero de los casos, o por no ser  tangible, en el segundo).

Tales dimensiones encontraron un interlocutor en el Comandante, quien las reivindicó, dejando un impacto significativo, en virtud de que logró una real comunicación, horizontal, emocional, afectiva con las bases… Logró la conexión con el pueblo que lo escuchaba con atención, pese a las circunstancias, pese a la duración de sus intervenciones. Chávez acabó con todas esas seudo reglas discursivas.

Vale recordar sus dotes naturales en materia de publicidad. Chávez fue capaz de desmontar las teorías que de forma taxativa, inapelable, definitiva decían lo inviable que es posicionar un mensaje a partir de una expresión negativa. En tal sentido, demostró que más allá del mensaje incide muchísimo quien lo emite y la relación existente entre éste y su interlocutor, el contexto histórico, el compromiso entre esos actores para lograr determinados fines, etc.

Con su alocución del 4 de febrero de 1992, Chávez puso en la jerga del pueblo perteneciente a distintos estratos la expresión por ahora por  más de dos décadas; también incidió en la gente para que portara indumentaria de color rojo, confirió valor a los medios alternativos y comunitarios, los legitimó, les otorgó la necesaria carga de  contenido, facilitó las condiciones para su funcionamiento operativo a través del financiamiento,  e hizo posible que fueran práctica común.

Un legado para afectos y opositores

El legado de Chávez, es oportuno señalarlo, no sólo es para sus herederos naturales. Su aporte pedagógico, orientado hacia la generación de reflexión, de permanente interpelación, es también para quienes le adversan. Aquellos que, obligados por las circunstancias políticas, debieron aprender a leer el reto histórico al cual habían sido invitados desde hacía mucho tiempo. Eso los llevó a hacer una réplica del Proyecto de Chávez, lo cual se evidenció en la propuesta de Gobierno que en su momento presentó el ex candidato opositor, Henrique Capriles Radonski, en el cual hablaba de mejorar, intensificar, ampliar el espectro de las Misiones Sociales. Un ejemplo nada desdeñable de lo que significa una acción que el pueblo demanda  ser reproducida. Y que al menos en el plano nominal, quienes están cobijados de la ideología neoliberal, propusieron reproducir para alcanzar alguna cuota en las esferas de poder.

Chávez periodista

Vale señalar que Chávez puso a disposición de sus interlocutores el mensaje. Y aquí es válido hacer una acotación. También el mensaje fue susceptible de dialéctica, en tanto fue producto de la realidad.

Por otra parte, no hay duda de que también dio al taste con muchas de las teorías de la comunicación que explican ese proceso reduciéndolo a pocos actores y escasos sub procesos, pasos, etapas… Chávez logró revolucionar tales  teorías y reivindicó ese proceso complejo y holístico que es la comunicación.

También es digno de estudio cómo Chávez logró cautivar a musulmanes, palestinos, iraquíes, estadounidenses, europeos, asiáticos, africanos… A cristianos, evangélicos, católicos… Los territorios, las creencias, la religión, no tenían límites cuando se trataba de escuchar y seguir como líder al Comandante de la Revolución Bolivariana.

Vale destacar que todo ello lo logró poniéndose al servicio, en primer lugar, de los excluidos de siempre. Aquellos que otrora no formaron parte de la historia, pues para ser parte de ella era necesario tener poder, el  mismo que les fue arrebatado. De allí la validez de la expresión según la cual la historia la escriben los vencedores (quienes, desde luego, por  tal condición ostentan poder). Por ello la historia no es escrita por “los de abajo”.

Chávez fue un mensajero excepcional. Se incorporó en los hogares de millones de venezolanos. También en millones de hogares de latinoamericanos, asiáticos, estadounidenses, de países del mundo árabe. Y llevó el mensaje, la invitación, para construir otro mundo posible desde una cabina de radio, desde la televisión, desde el Chávezcandanga o desde las líneas de Chávez

Redactado por: Marbelys Mavárez Laguna