¿Quién es el autor de la guerra no convencional que ha debido enfrentar el Presidente Maduro?
El Presidente Nicolás Maduro y su Gobierno han debido salir al paso a una guerra no convencional. Y aunque para algunos venezolanos(as) es difícil visualizar esta guerra, pues no hay tanques, ni misiles, ni fusiles; sin duda, existe una conflagración en el país sin precedentes.
Equipo Prensa MPPPST.- No hay duda que nos encontramos frente a una guerra no convencional ¿Qué significa esto? Que estamos ante una guerra que no usa ningún tipo de armamento bélico, pero cuyas acciones son tan devastadoras como cuando se usan fusiles, misiles o tanques. Se trata de una guerra que no desmaya, que no cede ni un ápice por sacar del Gobierno al Presidente Nicolás Maduro, pues el Imperio y su poder vio en este momento histórico -luego de la partida física del Comandante Eterno Hugo Chávez- la oportunidad de dar al traste con la Revolución emprendida por Venezuela, de la cual se hicieron eco varios países de América Latina: Bolivia, Ecuador, Brasil, Nicaragua, Argentina (cuyo Gobierno ha dado un vuelco de 180 grados para asumir el modelo neoliberal, consorte del capitalismo)… En fin, al Presidente Maduro se le ha asestado un Golpe que algunos autores han denominado “suave”, “light”, “no convencional”, “por goteo”, “silencioso”. En definitiva, un Golpe. Y el instrumento utilizado es la guerra “no convencional”.
El Imperio: el autor de esta guerra
El autor de esta guerra es el Imperio, ese pulpo de mil cabezas, cada una de las cuales es expresión de una poderosa Institución de alcance global, cuya existencia es posible gracias a la presencia de varios poderes, tales como el económico, financiero, político, mediático. Se trata de una compleja red de instituciones unidas en el propósito de sacar de su paso todo cuanto vaya a contrapelo de su misión, que no es otra que la de garantizar el orden establecido o el llamado status quo: la otrora relación entre países empobrecidos (por esa misma estructura de poder o Imperio) y países “potencia” o “industrializados” que han hecho posible sus ingentes fortunas gracias a la explotación de los recursos energéticos y de minerales (materia prima) que le ofrecen los países mal llamados subdesarrollados o del tercer mundo.
Para el logro de ese objetivo, el Imperio cuenta con unos aliados en Venezuela, como lo son las empresas General Motors, Colgate Palmolive, Firestone, Pirelli, Johnson y Johnson, Kraf-Heinz, Empresas Polar, entre muchas otras que bailan el compás que les dicta el mercado, especialmente cuando se trata de implementar tácticas especulativas y de sacar provecho a una situación de escasez y de desabastecimiento por ellos causada.
Tan así es que las estrategias formuladas por estos empresarios venezolanos han sido concertadas. Todos se han puesto de acuerdo para acometer, de forma sistemática y sostenida, una serie de acciones para torpedear la Revolución. El argumento que explica esta situación es sencillo. Este proceso ha asumido como bandera la autodeterminación de los pueblos y la toma de algunas empresas estratégicas que en el pasado estuvieron en manos de privados. Es el caso de las empresas llamadas RONCA: recuperadas, ocupadas, nacionalizadas, creadas y aliadas. Es el caso concreto de empresas como la CANTV que en tiempos de la Cuarta República se propuso ser privatizada y que ahora es una empresa manejada por y para los venezolanos. También es el caso de Fábrica Nacional de Cemento, Fama de América, Souto, Mercal, Alucasa, Orinoco Iron, Comsigua, Venprecar, Suvinca y Metalúrgica Matesi, Invepal, Venvidrios.
Factores geopolíticos unidos a la guerra
Como es conocido, el desplome del precio internacional del petróleo, la lucha por el Esequibo, el cierre en la frontera con Colombia para acabar con el paramilitarismo, fueron parte de los aspectos geopolíticos que incidieron en agudizar la tensión en la Revolución Bolivariana, pues la abrupta caída del precio internacional del barril de crudo implica la pérdida de al menos el 70 por ciento de las divisas que ingresaban a Venezuela.
Muy a pesar de estas circunstancias, el presidente Maduro incluyó 50 mil nuevos pensionados en 2015 alcanzando la cifra de 3 millones 31 mil 381 pensionados en tiempos de Revolución (antes de la Revolución Bolivariana solo 387 mil personas recibieron pensiones).
Por su parte, Venezuela junto a Ecuador, Libia y Argelia propusieron a la OPEP un congelamiento conjunto de la oferta debido a la baja de precios en el mercado; atribuida por algunas naciones a la sobreoferta generada por Estados Unidos. Y no se puede dejar de advertir el asedio internacional tras el decreto de EE.UU. que considera a Venezuela una amenaza para su seguridad.
Cuando se implosiona una economía
Las actuales dificultades económicas que afronta ahora Venezuela y su magnificación mediática son resultados netos de esa guerra económica y propagandística, y no de fallas en el sistema económico, por más que éstas existan, como en cualquier país. Los objetivos consisten en cansar al ciudadano, desmoralizar a las filas revolucionarias, generar estados de zozobra y angustia en la población con “asidero en la realidad”, al buscar por todos los medios de mostrar al Gobierno como responsable de la situación económica por la que atraviesa el país.
La idea es generar un caldo de cultivo económico, cerrar las posibilidades de inversión de grupos internacionales, posicionar a Venezuela como un país no apto para asumir los desafíos de la inversión por lo “riesgoso” que resulta, y un largo etcétera. Mientras tanto, las calificadoras de riesgo hacen su trabajo tras bastidores: aumentan y aumentan nuestro riesgo país.
¿Y en lo mediático?
Se ha echado mano de una agenda diaria para hablar negativamente de Venezuela, situación solo comparable con los preparativos de la invasión a Libia y Siria. El Gobierno Bolivariano, además de enfrentarse a especuladores o acaparadores, lo ha hecho contra toda una maquinaria de guerra global. Basta dar un paneo a medios como El Nuevo Herald. El País, El Espectador, BBC Mundo, CNN en Español, Diario Las Américas, entre otros tantos, dedicados a generar matrices del país como si se tratara de una nación al margen de toda Ley, donde priva la anarquía: es la tesis del Estado forajido.