Mis dos segundos con Chávez
Por: Marbelys Mavárez Laguna
(Escrito el 17 de marzo de 2013)
El jueves 14 de marzo fui a verlo. La invitación del menor de mis hermanos era la posibilidad real de encontrarme con ese hombre inolvidable… No había forma de evadir el deseo de toparnos con él. Tampoco había posibilidad alguna de posponerlo…
Ese día la ciudad estaba particularmente bulliciosa y caótica… Pero todo, todo cuanto se puedan imaginar, estuvo bendecido por la mano divina de Dios… Llegamos atípicamente de inmediato a El Valle y de allí entramos al Fuerte Tiuna también atípicamente pronto para incorporarnos a una cola que obligados por las circunstancias debimos abreviar…. Fueron muchas horas las que comprimimos…
Una vez allí, en ese lugar, muy próximo a la Casa de los Sueños Azules, nos encontramos con personas que tenían los ojos muy pequeños, ojeras pronunciadas, mucha extenuación a cuestas, miradas expectantes, profundo dolor interno… Una señora nos dijo: “yo lo vine a ver porque todavía no lo puedo creer”. Realmente estoy convencida de que no quería aceptarlo. Fue lo que sentí el 05 de marzo, pasadas las 4 y 25 de la tarde. Ya cerca del Patio de Honor de la Academia Militar del Ejército Bolivariano mi cuerpo empezó a sollozar. Mi pecho comenzó a temblar. Sentía como si me faltara el oxígeno… Mis piernas comenzaron a tambalear…. Faltaba ya muy poco para verlo y si bien en la cola hubo advertencias de parte de algunas personas para poder verlo bien, ciertas recomendaciones para detallarlo, apreciarlo -como él se lo merecía-, al llegar allí, la mente estuvo suspendida de todo. La mirada, mi pensamiento, atención se dirigieron a ese hombre que dormía.
Frente a él, transcurrieron en el mejor de los casos, dos segundos. Esos dos segundos me invitaron a fijar la mirada sobre quien nos gobernó 14 años: ¿cuántos segundos tienen 14 años? ¿Cuántos segundos tienen 21 años? ¿Cuántos segundos tienen cuarenta años? Fue el tiempo que el Comandante tuvo la mirada dirigida sobre Venezuela.
El jueves 14 de marzo la historia me concedió esos dos segundos. Lo vi gallardo, con temple, enaltecido, con esa actitud propia de los hombres inmensos, con aplomo y decisión… Solo que esta vez se hallaba dormido, descansando (al parecer, la única fórmula que tuvo Chávez para poder reposar)… En esta oportunidad mi perplejidad no corría el riesgo de verse desplazada por nada… Dos segundos con Chávez fueron como dos segundos con una historia que se empeñó en borrar la otrora historia abominable. Esos dos segundos con Chávez fueron el encuentro para terminar de comprender su grandeza insistentemente minimizada por sectores que no comprendieron y no han comprendido la exhortación que nos ha hecho la Historia… Dos segundos con quien levantó la bandera de la libertad… Dos segundos con el hombre que encarnó una ilimitada preocupación por los excluidos de siempre. Que nos enseñó el significado del perdón incluso cuando lo considerábamos inmerecido….
Dos segundos que no fueron suficientes para detallarlo, pero fueron necesarios para aclarar lo absurdo de mis ideas, para esclarecer mi forzado autoengaño: “¡no es posible¡”, “¡no lo puedo creer¡”. Esos dos segundos me permitieron confirmar que la historia tiene sus lados extraños, a veces inexplicables por la lógica…
Lo cierto es que esos dos segundos me hicieron reflexionar sobre la vida, sobre lo que podemos lograr cada día, sobre lo que es posible que nosotros alcancemos (y lo hermoso es el plural)… Esos escasos dos segundos me hicieron concluir que podemos ser grandes aún cuando nuestras obras sean pequeñas… Ese es un compromiso que posibilitará seguir teniendo Independencia y por lo tanto Patria para las futuras generaciones.