22 de Agosto de 1791: Primera gran rebelión antiesclavista en Haití

Una rebelión que registra la historia y que probablemente no es muy conocida, es la rebelión antiesclavista de Haití. Algunos textos han sistematizado que la misma ocurrió el 22 de agosto de 1791.  Luc B. Innocent, en el libro Haití,   publicado en  1986,  sobre el particular dice lo siguiente:

“Haití, igual al resto de América, fue antes de su descubrimiento, habitada por indígenas autóctonos… individuos acostumbrados a las tareas de la pesca, caza y labranza, fueron diezmados por la rapacidad de los conquistadores españoles quienes les exigieron horas interminables de trabajo en las minas de oro y en los campos… fue así como Fray Bartolomé de las Casas, para protegerlos tuvo la ingeniosa idea de aconsejar a la Corona española la importación de negros del África a las colonias para suplantar a los débiles y flacuchos indios. En 1503, once años después del descubrimiento, llegaron a La Española los primeros contingentes de esos negros.

A principios del siglo XVII, piratas y filibusteros aventureros ingleses y franceses habían fijado sus cuarteles en isla de La Tortuga, apoderándose paulatinamente de asentamientos en la parte norte de la isla. En 1697, el Tratado de Ryswick puso fin a la guerra entre los países de la Liga de Habsburgo (Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Suecia y España) y la Gran Alianza de Luis XIV de Francia, obteniendo ésta la cesión por parte de España el tercio occidental de La Española.

Saint Domingue, que recibió este nombre de los franceses, se convirtió en poco tiempo en la colonia más rica de Francia, sobrepasando el de todas las establecidas en el Nuevo Mundo. La isla entera era una grande y extensa finca de la metrópoli con cultivos de caña de azúcar, algodón, tabaco, prosperidad alcanzada con el trabajo esclavo de negros traídos del África. “La Perla de las Antillas” fue el calificativo con el cual los colonos se enorgullecían con la belleza de su posesión. Y Cap Francais, su capital, era conocida nada menos que con el nombre del París de Saint Domingue.

Pero, a pesar de ello, el esclavo negro importado de África nunca se resignó a su suerte. A la primera oportunidad muchos de ellos huyeron a los montes, declarándose en rebeldía.

Cuando estalló la Revolución Francesa, los ecos de Libertad, Igualdad y Fraternidad como una chispa incendiaria, corrieron en la masa esclava. Jefes y líderes con Toussaint Louverture, Biassou, Boukman, Dessalines habían preparado el terreno y así en la noche del 14 de agosto de 1791 estalló la revuelta general de los esclavos. Millares, ayer dóciles y complacientes, se sublevaron masacrando a sus amos, huyeron de las plantaciones después de alumbrarlas con incendios.

Los negros habían traído con sus vicisitudes y  penas, sus tradiciones y creencias religiosas. Sus dioses según toda lógica, no podrían ser los de los blancos. Por las noches, cuando los blancos dormían, reunidos en lugares ocultos intercedían ante sus protectores divinos. En esa noche del 14 de agosto, todos los capataces de las plantaciones fueron invitados a una ceremonia vudú celebrada en “Bois Caiman”, bajo la jefatura del mayor sacerdote, un gigante tallado en el más puro macizo de ébano llamado Boukman.

En la noche negra bajo las ramas entrelazadas del –mapu- frondoso, los conjurados en muda tropa, no tenían más que un corazón y un pensamiento.

Grandes relámpagos surcaban las nubes. La voz del trueno añadía espanto al horror de la escena. En el silencio de las sombras, la sacerdotisa hizo los signos cabalísticos y hundió el cuchillo del sacrificio en la garganta del jabalí. Luego extendió las entrañas sobre la tierra inundada de sangre y pronunció las palabras sacramentales: El buen Dios que nos alumbra de lo alto, que encrespa el mar, que hace mugir la tempestad, escuchadlo, el buen Dios está oculto en las nubes. Desde ella nos mira y ve todo lo que hacen los blancos. El Dios de los blancos ordena el crimen, el nuestro bondades. Pero ese Dios que es tan bondadoso nos ordena ahora la venganza. Él va a conducir nuestros brazos y asistirnos. Romped la imagen del Dios de los blancos sediento de nuestra sangre y de nuestras lágrimas; escuchad en nosotros mismos el llamado de la libertad.

De esa manera relató el Dr. Jean Price Mars en su libro: “Así habla El Tío” esa ceremonia vudú que reunió a los esclavos para la revuelta general contra los colonos franceses.

Fue la primera vez en el mundo que los esclavos y los que fueron considerados de la especie más humillante y denigrante, despojados, según muchos de la facultad de pensar y de razonar, osaban desafiar la ira de sus amos e imponerse formalmente en contra de la esclavitud.

Entre tanto, Gran Bretaña quiso aprovechar la situación y pescar en río revuelto. Fue sorprendida por la acción decisiva de Toussaint Louverture, quien se opuso a las intenciones de conquista inglesa. Un estratega de gran envergadura y de una diplomacia reconocida, pronto se unió a Francia y combatió sin cesar a la Gran Bretaña.

Maurice Odreamn, escritor e historiador venezolano en artículo titulado La Fabulosa Epopeya Haitiana dice: “ToussaintLouverture es un gigante de ébano, militar habilísimo de disciplina y estrategia europea. Llegó a derrotar a los ejércitos de las naciones más poderosas del orbe, Francia, Inglaterra y España. A Gran Bretaña le costó la aventurita nada menos que ochenta mil hombres de sus regimientos enviados en ayuda a los colonos blancos, que apenas ponían los pies en Cabo Haitiano eran diezmados por los ataques y emboscadas de Dessalines”.

Francia para recompensar Toussaint Louverturelo nombró General en Jefe de las tropas indígenas en la colonia. Con su hábil diplomacia Toussaint eclipsa a las autoridades francesas y proclama la libertad de los esclavos de la isla…”

*Luc B. Innocent.  Haití S.O.S. Grupo Editor Interarte, 1986, páginas 9 a 13 fragmentos.