La derecha emula el paro petrolero golpista de 2002
Prensa MPPPST.- En el año 2002 actores de la derecha venezolana decidieron conspirar para llevar a cabo un paro petrolero promovido principalmente por la organización gremial Fedecámaras, y secundado por la directiva y trabajadores de la nómina mayor de la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA), además de los partidos de oposición aglutinados en la coalición Coordinadora Democrática, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), diversas organizaciones como Súmate e incluso medios de comunicación privados de prensa, radio y televisión.
En esta oportunidad es la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que después de finalizar la marcha denominada Toma de Venezuela convocó a través de su secretario general, Jesús Torrealba, a una huelga general de 12 horas para el día 28 de octubre en la que piden a los venezolanos mantener las calles vacías y el país desierto. La finalidad: emular lo que hicieron en el año 2002, cuando violaron el derecho al trabajo del pueblo, se coartó el libre tránsito, se cerraron los centros comerciales de forma arbitraria, la producción de alimentos, se intentó paralizar la actividad comercial, entre otras acciones, todo por decisión de los patronos de las empresas y de la Coordinadora Democrática con sus aliados de la CTV y Fedecámaras.
Una estrategia baladí
Sin embargo, este año el panorama se muestra diferente en esta coyuntura, a pesar de esta convocatoria anunciada por la derecha golpista. Por ejemplo, después de conocer esta decisión Fedecámaras anunció que cada empresa es libre de acordar junto a sus empleados si se unían a la huelga general anunciada para este viernes 28 de octubre por la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
De igual manera, este año no cuentan con el apoyo de la Clase Obrera, tal como lo resaltó el presidente de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela (Futpv), Wills Rangel, quien expresó que la derecha venezolana no cuenta ni contará nunca con los trabajadores(as) para llevar a cabo un paro petrolero. “Ningún sector de los trabajadores puede estar del lado de estos verdugos”, sentenció al tiempo que señaló que “en Venezuela los trabajadores estamos identificados con el Plan de la Patria del Gobierno”. Y ratificó que hoy en día Pdvsa es del pueblo, por lo que no es posible que se privatice la empresa.
Por otra parte, precisó que los obreros han atendido el llamado del presidente Nicolás Maduro de impulsar la Agenda Económica Bolivariana, en tanto se han desarrollado políticas de alianza con los productores y agricultores que se encuentran aledaños a las sedes de Pdvsa, en aras de apoyar con maquinarias y capital humano el cultivo de alimentos, potenciando la distribución a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), además del sustento de los comedores de la estatal.
Este paro convocado por la MUD, a juzgar por los hechos, no se cumplirá, tal como lo afirmó Eduardo Piñate, secretario de la presidencia del PSUV: “el llamado a un paro cívico nacional responde a los patrones golpistas del pasado 2002. Yo dudo que ese paro se logre, porque no tienen el respaldo de la clase trabajadora”.
El país no se para
Lo que ocurrió en el 2002 no fue una huelga ni un paro, en su precisa y correcta concepción jurídica, sino una medida de protesta política de la derecha, una estratagema para sacar del Gobierno constitucional al Comandante Eterno, Hugo Chávez para que sustituyese su política económica-socialista por una más proclive al libre mercado; o bien presentara su renuncia a la Presidencia de la República. Nada de esto ocurrió, en virtud de que el pueblo salió a las calles de forma decisiva a defender al Gobierno y sus conquistas.
La derecha pretende una acción similar en la actualidad. No obstante, ellos convocan a una huelga mientras el presidente constitucional, Nicolás Maduro se preocupa por el ingreso de los trabajadores y trabajadoras del país, y aumenta por cuarta vez en el año el salario mínimo y el ticket de alimentación ubicando ambos montos el 90 mil 812 bolívares.
Por Elio García